“Los Ángeles”
Quise publicar este artículo precisamente en estos días porque en esta misma época en el
2015, estaba en el mar Mediterráneo luchando para sobrevivir, soñando con la tierra de la
libertad, intentando alcanzar un nuevo continente y una nueva vida; durante este año en
Francia, que también fue un año de lucha, en el cual conocí a gente increíble, también
tuve decepciones, un año sin ningún documento de identidad. En junio del 2015 entré
como “migrante ilegal” y en junio del 2016 todavía soy in “migrante ilegal”, todo es lo
mismo, sólo cambié de peinado. Pero esto no es el tema del artículo; pronto publicaré un
artículo largo sobre lo que encontré aquí en Francia.
Este artículo es para los Ángeles, así les decía – quizás “ángel” sea su profesión – pero para
nosotros quienes estábamos entre la vida y la muerte, yo así los veía, entonces dedico
este artículo a los equipos de rescate del Mediterráneo, muchas gracias por rescatarnos,
siempre seréis los Ángeles del mar que ayudan a los migrantes que no tienen a nadie que
les ayude en el mar. Este año conocí a gente increíble que también ayudan mucho a los
migrantes – y quiero verdaderamente agradecer a todos los que hayan ayudado a
cualquier migrante -, aquellos que nos ayudaron fueron los primero europeos que haya
visto en mi vida.
Ubicación: mar Mediterráneo en la costa libia
Fecha: final de mayo del 2015
Estamos en fila en la costa, los que traen los tanques de gasolina van primero, el ruido de
las olas estrellándose sobre las rocas es muy fuerte y aterrador – excepto si estás
disfrutando la playa, las verás románticas y bellas -, en ese momento la gente estaba
susurrando, y para olvidarme del viaje, me puse a escucharlos. A continuación, viene el
fragmento de una conversación de la cual me acuerdo:
Un tipo: “¿tú crees que vamos a poder atravesar esas olas grandes con ese bote de
plástico?”
El otro: “no sé, pero al menos esperemos que no nos vayan a agarrar los guardacostas
libios; ¿pero de qué tienes miedo?”
El tipo: “no dije a nadie que me iba a Europa, ni siquiera a mi familia, no tengo miedo de
morir pero tengo miedo de que mi familia no sepa que estoy muerto, mira a ese tipo
(señala a alguien con el dedo), dijeron que iba a irse con el bote previo, pero le dio miedo
y huyó cuando vio las olas, como este.”
El otro: “Creo que no tiene otra opción porque regresó.”
“El verdugo”
En aquel momento vi a tres o cuatro personas salirse de la cola y empezar a correr, y dos
más hicieron lo mismo. Pensé “esto es verdaderamente aterrador, quizás yo también
debería irme corriendo”, pero recordé que sólo tenía tres opciones: llegar en paz, morir en
el mar o estar capturado por los guardacostas libios, pero con esa última opción, iba a
regresar una y otra vez hasta que llegue o que me muera. Los coyotes empezaron a cargar
el bote con la gente, uno tras uno. Después de un rato se llenó el bote pero cada vez
llegaba más gente en la costa para subirse, entonces uno de los coyotes se subió con
nosotros para hacer espacio para los demás; subía a todos uno tras uno y empujaba y
golpeaba con su bastón para hacer espacio, me sentí afortunado de entender el otro
significado de “estar unidos en la tempestad”. Estaba sentado sobre alguien y alguien
estaba sentado sobre mí, tenía la cabeza de alguien entre mis rodillas, y cada uno
aceptaba al otro.
“Aleta de tiburón”
El capitán arrancó, y el asistente preparó su GPS, – cuando estábamos en la granja, los
coyotes le dieron un GPS al asistente pero no sabía cómo configurarlo porque nunca había
usado uno antes ; le ofrecí ayuda para configurarlo y me dijo “cuando nos subamos al
bote, siéntate a mi lado, por si necesito tu ayuda con el GPS”, acepté pero ahora que
estábamos en el bote, era imposible porque yo estaba enfrente y él estaba al lado del
capitán del otro lado – todos estábamos preocupados y asustados, durante aquella noche
todavía podíamos ver las luces de la costa libia, hasta que llegara la madrugada. Las olas
jugaban con el bote como una mamá meciendo a su niño, la diferencia es que la mamá no
le hace daño a su niño. En el amanecer recuerdo cuando alguien vio un tiburón y gritó “¡vi
un tiburón allá, está muy cerca de nosotros!”; muchos en la parte superior que no tenían a
nadie encima empezaron a mover el bote que estaba perdiendo el equilibrio, empezó un
caos, la mujer con su niño empezó a gritarle a la gente “¿por qué se asustan por un
tiburón? ¡Sólo hay un tipo de muerte, cálmenos y esperéis su destino!”.
“Nuestro cantante”
El bote sigue navegando, estamos sólo nosotros en ese bote de plástico entre esas olas
grandes bajo el sol. Uno tiene buena voz entonces se pone a cantar fuerte para distraer a
la gente y esas canciones serán mis favoritas, la gente tenía miedo pero siguieron
cantando juntos, “como un niño asustado que se tapa los oídos para esforzarse en
olvidarse de la situación”. Después de horas navegando la gente empieza a tener hambre
y sed, los coyotes ya nos habían dado unas galletas y agua, entonces la gente empieza a
repartirse las galletas, y recuerdo que uno no podía mover sus manos porque no había
modo de sacarlas de donde estaban, entonces alguien arriba de él le dio de comer, y el
que quiere orinar tiene que hacerse en sí mismo, otros usan las botellas de agua vacías.
“¿¡Estamos perdidos!?”
Llegó la noche, la luces aparecieron de nuevo del lado derecho del bote, sabíamos que
estábamos perdidos en el mar y que no estábamos suficientemente lejos de la costa libia,
alguien le gritó al capitán “¡tú nos perdiste y no sabes qué hacer!”, y el capitán dijo “lo
siento hermano, nunca había navegado en el Mediterráneo antes”, y la gente empezó a
preocuparse por los guardacostas libios, porque significa que te van a mandar de vuelta a
tu país o que te quedarás por un largo tiempo en una cárcel libia, o que tendrás que pagar
para salir de la cárcel, entonces todos decidimos agregar una regla a las que nos habían
dicho los coyotes ; las reglas de los coyotes son : “cuando veáis el bote de rescate, la
primera cosa que hagáis es tirar el GPS y el teléfono satélite al agua” – el teléfono y el GPS
nunca funcionaron – y la segunda es “no hay capitán en este bote, por si les preguntan”,
porque el capitán también era un migrante, y la regla que agregamos fue : “cuando
veamos a los guardacostas libios, nos tiraremos al agua”, porque todos decidimos llegar
con dignidad o morir con dignidad ; esa regla significa “mátate o llega entero”. Dejamos la
costa a nuestro lado izquierdo y seguimos navegando, y el capitán dirigió el bote hacia el
norte, pasamos toda aquella noche navegando.
“Reacción química”
Durante el viaje aquella noche, el bote empezó a filtrarse con agua salada, no podíamos
saber de dónde venía, era una pequeña fuga, pero los que estábamos sentados al fondo
del bote nos dimos cuenta de que íbamos a hundirnos en el agua pronto, y yo no podía
quedarme donde estaba, entonces le pregunté a alguien que estaba sentado en uno de
los tanques de gasolina (cada vez había menos tanques), y aceptó felizmente. Por un
momento me pregunté porque se ponía tan feliz; cambiamos nuestros lugares y me sentí
feliz de poder mover mi cuerpo, pero después de un rato me di cuenta de que estaba
sentado en el infierno, porque la mezcla de gasolina con agua salada provoca una
sensación increíble en el cuerpo; pasé por muchos dolores y torturas, pero ese dolor fue el
peor de toda mi vida, se sentía como ácido, nunca en mi vida olvidaré el dolor que sentí.
“Por muy larga sea la noche, el amanecer llegará”
Llegó el amanecer, y nosotros en el mismo bote y en el mismo agua, pero las luces
desaparecieron, la fuga se hacía cada vez más grande, los que estaban sentados en el piso
tenían la mitad del cuerpo hundido en el agua ; después de un momento escuchamos el
ruido de un helicóptero, y un helicóptero apareció en el cielo, en ese momento todos
sonrieron, “creo que si el bote tuviera labios, también sonreiría” – y si le preguntas a
cualquier migrante cuál fue el momento más feliz, te dirá “cuando vi el helicóptero de
rescate”. La gente empezó a hacer signos grandes con las manos, y después de un
momento vimos el barco, nos tardamos dos o tres horas en acercarnos de él ; cuando nos
quedamos cerca, dos botes pequeños vinieron hacia nosotros, se presentaron como la
marina irlandesa y que estaban allí para ayudarnos, nos lanzaron chalecos salvavidas,
agarraron a las mujeres y a los niños, y regresaron para llevarnos con ese bote pequeño al
barco, pero vieron que no lo podían hacer porque éramos muchos, entonces nos
preguntaron “¿quién es el capitán?”, y todos contestamos “NO HAY CAPITÁN”, se rieron y
nos preguntaron “¿entonces, cómo llegasteis hasta aquí?”, y dijimos “NO SABEMOS”, eso
fue el momento más gracioso para mí, pero el tipo dijo “¡oye tú!”, señalando al capitán,
“¡conduzca el bote, ya te vimos!”, y señaló el helicóptero. El capitán no contestó y se
quedó en su lugar, hasta que decidieron que uno de ellos iba a conducir el bote, y se subió
al bote, pero no encontraba la llave del aparato. “Creo que el capitán, al sentirse feliz o al
asustarse, tiró la llave con el GPS y el teléfono”, entonces tuvieron que usar la llave de su
barco.
“La pequeña Europa”
Nos acercamos del barco, lanzaron la escala en otro bote entre nuestro bote y el barco,
nos hicieron subir la escala hacia el puente del barco. Cuando llegas al puente del barco
una primera persona te revisa (control de seguridad), después de eso, vi que había 400
personas antes de nosotros, ese barco estaba lleno de migrantes. En ese momento,
cuando mire a los que trabajaban en el barco, no los vi como seres humanos, los vi como
ángeles – quizás penséis que no debería de decirles “ángeles”, porque muchas personas
ayudan, y es su trabajo – pero lo veo de mi punto de vista, fueron las primeras personas
que me ayudaron, y eran TAAAN Buenos con nosotros, sólo los veía así.
Ubicación: barco de la marina irlandesa, mar Mediterráneo
Fecha: fin de mayo del 2015
Después de que nos hayan dado coberturas y bocadillos y que nos hayan revisado los
doctores, todos estábamos agotados y felices, y pensando en esa tierra llamada “Europa”.
Yo me preguntaba “¿Cómo será?, ¿Será Buena gente?, ¿Me van a odiar?, ¿Cómo viven?,
¿Quiénes son?”; forcé mi imaginación en dejar de pensar, hasta llegar a esa pregunta
“¿Serán humanos?”. Mientras estaba pensando, miré al marinero que estaba feliz y
hablando con los migrantes, y me pregunté “¿Por qué se ven feliz al ayudarnos?, ¿por qué
no tenemos esa ayuda en África?, ¿por qué no ayudan a los refugiados en los campos de
África?, ¿por qué no luchan contra las dictaduras, que son la principal razón de las
migraciones?”; de todos modos, creo que son preguntas sin respuestas. Después de eso,
el barco empezó a navegar hacia Europa. Aquella noche tuve una conversación con uno de
los miembros de la tripulación, y le dije qué agradecidos estábamos con ellos por
habernos rescatado, y que los veía como ángeles, y que esperaba que todos los europeos
fueran como ellos, y él se rió: “Yo también quisiera, pero allá se encontrarán con otro tipo
de gente”.
“Palermo che bel posto”
Pasó otro día antes de llegar a “Palermo”, por eso les tengo tanta gratitud, porque
pasamos todo un día en el barco de la marina; ¿qué hubiera pasado si fuéramos a navegar
tanta distancia en nuestro bote, cómo hubiéramos llegado a la tierra? Recuerdo cada
rincón de ese barco, y los rostros de los marineros, y recuerdo que estaba increíblemente
feliz, nunca había sentido tanta emoción en mi vida. Después de ese día, llegamos al
puerto de Palermo, y vi a toda esa gente, periodistas, médicos, policías, asociaciones
esperándonos en la tierra firme. Llegamos en línea, y nunca olvidaré ese momento en que
pisé la tierra italiana, supe que era una nueva vida para mí, nuevos valores, nuevos
amigos, quizás también otras decepciones. Primera etapa, fuimos con los médicos,
después a comer, y después con la policía donde registraron nuestra información, después
al bus. Mi bus decía “Messina”. Todo el proceso fue muy rápido, erábamos más de 1000
migrantes, creo. En las colas de las asociaciones en Francia, sin dar nombres, uno tiene
que quedarse toda la noche, y después de eso sólo escogen a unos pocos, lo que me hace
pensar “¡qué mierda está pasando?”. Deberían de ir a Italia para que los enseñaran a
recibir a la gente; bueno, no todos son así, por supuesto.
Esto es la historia de uno de los migrantes del Mediterráneo más afortunados; hay unos
que viven situaciones mucho peores, y unos que mueren durante un viaje como ese.
Continuará…
(fuera del texto )
Tomamos diferentes caminos en nuestra vida, pero yo estoy muy feliz, porque en mi
camino a Francia, conocí a amigos increíbles, disfruto mucho tenerlos en mi vida, esos
amigos también son mis ángeles, muchas gracias a mis amigos y a todos los que ayudan a
los migrantes.
Texto traducido por: Lise Godin